PRONÓSTICOS EN EL IMPERIO INCAICO SOBRE LA
LLEGADA DE LOS ESPAÑOLES*
María
Luisa Rivara de Tuesta
Profesora
Emérita, UNMSM
A Juan Bautista Ferro Porcile
El pensamiento anterior a la conquista española fue una
concepción que desarrolló la cultura pre-incaica e incaica en esta parte del
continente. Como es sabido la conquista interrumpió su normal continuidad y
superpuso e impuso otro pensamiento, el de la cultura occidental.
Por esta razón, debemos señalar que en el caso de la
cultura incaica la visión de los vencidos
es indirecta, se logra sólo a través de la crónica española, mestiza o india
donde se procura perpetuar el relato de los quipucamayos
(los que contaban por nudos) o informar sobre lo visto y acontecido al pueblo
ya subyugado. En esta forma se recogió información sobre su historia, y en ella
referencias a la venida de los españoles, que fueron fijadas en lengua y
escritura castellana.
Un caso evidente de imposición y de ruptura cultural se da
en el caso del quipu. Sin entrar aquí
a examinar este problema a fondo, diremos que existían quipus para cada esfera de la sabiduría. Estos quipus constituían, y hay que destacarlo, un sistema para la
acumulación y transmisión del saber, conocimientos y experiencias adquiridas,
que no pudo ser aprehendido ni comprendido a cabalidad por el conquistador,
habiendo sido suplantado por la escritura. En fin, y para mencionar sólo a dos
cronistas, transcribiremos lo que dijeron al referirse a los memoriales y
cuentas que usaron los indios del Perú. Según Acosta:
“Es increíble lo que en
este modo alcanzaron, porque cuanto los libros pueden decir de historias, y
leyes, y ceremonias y cuentas de negocios, todo eso suplen los quipos tan
puntualmente, que admiran ... que así como nosotros de veinte y cuatro letras,
guisándolas en diferentes maneras, sacamos tanta infinidad de vocablos, así
éstos de sus ñuños y colores sacaban innumerables significaciones de cosas”[1].
Y según Murúa: “tanta razón hay de creer a sus antepasados
y a sus quipus y memorias como a los
mayores y antepasados de los cristianos”[2].
En lo que respecta a los pronósticos que acerca de la
llegada de los españoles se dieron en el Imperio incaico se da información -recogida de los quipus
que historiaban la vida y hazañas de cada uno de los Incas- en diferentes cronistas que recogen, igualmente, versiones
orales de ancianos ilustres de la familia gobernante cuzqueña. En suma, hay
datos suficientes en las crónicas para no sólo ocuparnos del tema sino señalar
su intrínseco significado.
Tal es el caso de Garcilaso quien, al referirse
al testamento y muerte de Huayna Cápac, XII Inca, y al pronóstico de la venida
de los españoles, pone en boca de un Inca viejo una interesante tesis
explicativa acerca de la caída del Tahuantinsuyo.
Relata el cronista:
“Acuérdome que un día,
hablando aquel Inca viejo en presencia de mi madre, dando cuenta destas cosas y
de la entrada de los españoles y de cómo ganaron la tierra, le dije: ‘Inca
¿cómo siendo esta tierra de suyo tan áspera y fragosa, y siendo vosotros tantos
y tan belicosos y poderosos para ganar y conquistar tantas provincias y reinos
ajenos, dejásteis perder tan presto vuestro Imperio y os rendisteis a tan pocos
españoles?’. Para responderme volvió a repetir el pronóstico acerca de los
españoles... y dijo como su Inca les había mandado que los obedeciesen y
sirviesen... Habiendo dicho esto, se volvió a mí con algún enojo de que les
hubiese motejado de cobardes y pusilánimes, y respondió a mi pregunta diciendo:
‘Estas palabras que nuestro Inca nos dijo, que fueron las últimas que nos
habló, fueron más poderosas para nos sujetar y quitar nuestro Imperio que no
las armas que tu padre y sus compañeros trajeron a esta tierra’. Dijo esto
aquel Inca para dar a entender cuánto estimaban lo que sus Reyes les mandaban,
cuánto más lo que Huaina Cápac les mandó a lo último de su vida, que fué el más
querido de todos ellos”[3].
No pretendemos con esta cita otra cosa que evidenciar la
importancia de esta temática de los pronósticos acerca de la llegada de los
españoles a esta parte del continente americano ya que consideramos que si bien
es cierto pudo ser un factor que coadyuvara en su caída no fue el determinante,
más aún, el derrumbe de la dinastía incaica se produce con posterioridad al
sometimiento del Caribe, México, Centro América y zonas aledañas, lo cual implica
que los españoles no sólo se habían vuelto expertos en someter a los naturales
sino que éstos estaban alertados y sabían perfectamente que el exterminio total
de hombres y cultura era lo que debían evitar.
Los testimonios que hemos recogido, insistimos, son
interesantes, tienen un aspecto mágico fantástico dirigido a preparar el alma
colectiva del pueblo para este acontecimiento. Los adivinos o sacerdotes son
los encargados de interpretar sueños, fenómenos atmosféricos, se den éstos en
astros, cometas o eclipses, o en el vuelo de aves sagradas y también de hacer
pronósticos pidiéndole a sus huacas
(lugar considerado como residencia de un remoto ancestro de la comunidad,
convertido en el espíritu guardián o apu que
presidía su vida) que hablen y auguren lo que va a suceder. En esta forma vemos
que la religión sirve de vehículo informativo para el pueblo, pero al mismo
tiempo desempeña un papel intermedio entre el pueblo y la élite gobernante a la
cual, en muchos casos, los huaca camayoc
(sacerdotes) pretenden dirigir y someter a sus augurios; por último cabe
destacar la información que los Incas fueron recibiendo sobre viajes de los
españoles a nuestras costas y posteriormente su entrada hasta Cajamarca donde
sería hecho prisionero Atahualpa.
I
Aspecto
mágico fantástico de los pronósticos
1. Aviso que un fantasma
dió al príncipe Viracocha (nombre del Dios supremo) para que lo lleve a su
padre Yáhuar Huácac (Llora Sangre) (VII Inca)
El más remoto antecedente de los pronósticos de la
destrucción del Tahuantinsuyo se da durante el gobierno de Yáhuar Huácac quien,
“sin pretender conquistas ni pendencia con nadie, porque, en el mal agüero de
su nombre y los pronósticos que cada día echaban sobre él, estaba temeroso de
algún mal suceso y no osaba tentar la fortuna por no irritar la ira de su padre
el Sol, no le enviase algún grave castigo, como ellos decían”[4],
no osaba acometer por lo tanto mayores conquistas personalmente. Vivía también
con pena y dolor por la condición áspera de su hijo, el primogénito, a quien
mandó echar de las casas y de la corte, siendo ya el príncipe de diez y nueve
años, y enviarlo a que apacentase con los pastores el ganado del Sol. El
príncipe aceptó el destierro que le daban por su ánimo bravo y belicoso y
transcurridos tres años se presentó ante su padre y le dijo:
“Sólo Señor, sabrás que,
estando yo recostado hoy a medio día (no sabré certificarte si despierto o
dormido) debajo de una gran peña de las que hay en los pastos de Chita, donde
por tu mandato apaciento las ovejas de Nuestro Padre el Sol, se me puso delante
un hombre extraño en hábito, y en figura diferente de la nuestra, porque tenía
barbas en la cara de más de un palmo y el vestido largo y suelto que le cubría
hasta los pies. Traía atado por el pescuezo un animal no conocido. El cual me
dijo: ‘Sobrino, yo soy hijo del Sol y hermano del Inca Manco Cápac y de la Coya
Mama Ocllo Huaco, su mujer y hermana, los primeros de tus antepasados; por lo
cual soy hermano de tu padre y de todos vosotros. Llámome Viracocha Inca, vengo
de parte del Sol, Nuestro Padre, a darte aviso para que se lo des al Inca, mi
hermano, cómo toda la mayor parte de las provincias de Chinchaysuyu sujetas a
su imperio, y otras de las no sujetas, están rebeladas y juntan mucha gente
para venir con poderoso ejército a derribarle de su trono y destruir nuestra
imperial ciudad del Cuzco. Por tanto vé al Inca, mi hermano, y dile de mi parte
que se aperciba y prevenga y mire por lo que le conviene acerca deste caso. Y
en particular te digo a ti que en cualquiera adversidad que te suceda no temas
que yo te falte, que en todas ellas te socorreré como a mi carne y sangre. Por
tanto no dejes de acometer cualquiera hazaña, por grande que sea, que convenga
a la majestad de tu sangre y a la grandeza de tu Imperio, que yo seré siempre
en tu favor y amparo y te buscaré los socorros que hubieres menester’. Dichas
estas palabras (dijo el príncipe), se me desapareció el Inca Viracocha, que no
le vi más. Y yo tomé luego el camino para darte cuenta de lo que me mandó te
dijese”[5].
Tres meses después del sueño del príncipe Viracocha Inca
(que así sería llamado en adelante, por el fantasma que vio) se produce la
rebelión de los Chancas y otras provincias. El Inca, que no había querido darle
crédito al príncipe en el pronóstico de aquella rebelión, huye de la ciudad y
es éste quien la salva. Convertido en el héroe, toma el nombre del Dios
Viracocha y para excusarse sostiene que él mismo, en sueños, le había mandado
que tomase su nombre[6].
“Dicen los indios que como
este Inca, después del sueño del fantasma, quedase hecho oráculo dellos, los
amautas, que eran los filósofos, y el sumo sacerdote, con los sacerdotes más
antiguos del templo del Sol, que eran los adivinos, le preguntaban a sus
tiempos lo que había soñado, y que de los sueños y de los cometas del cielo y
de los agüeros de la tierra, que cataban en aves y animales, y de las
supersticiones y anuncios que de sus sacrificios sacaban, consultándolo todo
con los suyos, salió el Inca Viracocha con el pronóstico ... que los Reyes del
Perú tuvieron, que después que hubiese reinado cierto número dellos había de ir
a aquella tierra gente nunca jamás vista y les había de quitar la idolatría y
el Imperio” [7].
En esta forma Viracocha
quedó convertido en adivino mayor, y mandó que se guardase este pronóstico por
tradición de los incas (reyes) y que no se divulgase entre la gente común, no
sólo porque no debían revelar lo que la divinidad les había confiado sino
porque no estaba bien que se supiese ni se dijese que el incario había de caer
de la alteza y divinidad en que eran tenidos. Por esto se guardó en absoluto
secreto este inquietante pronóstico hasta la época del inca Huayna Cápac quien
lo haría público poco antes de morir[8].
2. Portentos acaecidos
en el Tahuantinsuyo siendo inca XII Huayna Cápac (Mozo Rico o Mozo Principal) y
la interpretación que de los hechos hicieron los sacerdotes y el inca
A. La aparición de un águila
real
Garcilaso sitúa este acontecimiento en
el año 1512 y lo relata en los siguientes términos:
“... acaeció en el Cuzco un
portento y mal agüero que escandalizó mucho a Huaina Cápac y atemorizó en
extremo a todo su Imperio; y fué que, celebrándose la fiesta solemne que cada
año hacían a su Dios el Sol, vieron venir por el aire un águila real, que ellos
llaman anca, que la iban persiguiendo
cinco o seis cernícalos y otros tantos halconcillos ... (que) en el Perú llaman
huaman. Los cuales, trocándose ya los
unos, ya los otros, caían sobre el águila, que no la dejaban volar, sino que la
mataban a golpes. Ella, no pudiendo defenderse, se dejó caer en medio de la
plaza mayor de aquella ciudad, entre los Incas, para que le socorriesen. Ellos
la tomaron y vieron que estaba enferma, cubierta de caspa, como sarna, y casi
pelada de las plumas menores. Diéronle de comer y procuraron regalarla, más
nada le aprovechó, que dentro de pocos días se murió, sin poderse levantar del
suelo. El Inca y los suyos lo tomaron por mal agüero, en cuya interpretación
dijeron muchas cosas los adivinos que para semejantes casos tenían elegidos; y
todas eran amenazas de la pérdida de su Imperio, de la destrucción de su
república y de su idolatría ...”[9].
El pronóstico que relata Ramos Gavilán es recogido cerca
del famoso Santuario de Copacabana y -según afirma-
lo recibió de un Indio llamado Tupagualpa, el cual certificó haber
visto el ave y haber oído su voz[10],
y dice así:
“Aconteció en el Cuzco en
un día muy solene, que estando con gran quietud, y devoción en sus sacrificios,
en el lugar y sitio donde agora está la Iglesia mayor, repentinamente un pájaro
de varios colores nunca visto se puso sobre el techo, el qual en voz alta que
estremecía los coraçones les dio a entender, y dixo claramente presto se
acabarán vuestros ritos, y cerimonias, y abrá otro nuevo modo de vivir. Aquesta
ave la vieron muchos, y la voz, y raçones las apercibieron todos los que se
hallaron presentes. Aunque los muchachos que del templo fueron echados (porque
no hizieran ruydo), fueron los que mas depusieron de la vista de ella ...
Al ruydo de los muchachos
salieron algunos a ver qué fuesse aquéllo, y vieron el ave yr volando hasta que
se les perdió de vista, de aquí vinieron a dezir los Magos, y Echizeros que era
cierta su ruyna, y que nueva gente se avía de enseñorear de ellos”[11].
Volviendo al relato de Garcilaso, éste se refiere también
a:
B. Terremotos y salidas del
mar de sus términos comunes en la costa
“... hubo grandes
terremotos y temblores de tierra, que, aunque el Perú es apasionado desta
plaga, notaron que los temblores eran mayores que los ordinarios y que caían
muchos cerros altos. De los indios de la costa supieron que la mar, con sus
crecientes y menguantes, salía muchas veces de sus términos comunes ...”[12]
C. Cometas en el aire y
extraño aspecto presentado por la luna
“... vieron que en el aire se aparecían muchos cometas muy
espantosos y temerosos. Entre estos miedos y asombros, vieron que una noche
clara y serena tenía la luna tres cercos muy grandes: el primero era de color
de sangre; el segundo, que estaba más afuera, era de un color negro que tiraba
a verde; el tercero parecía que era de humo. Un adivino o mágico, que los
indios llaman llaica, habiendo visto
y contemplado los cercos que la luna tenía, entró donde Huaina Cápac estaba, y,
con un semblante muy triste y llorando, que casi no podía hablar le dijo: ‘Solo
Señor, sabrás que tu madre la Luna, como madre piadosa, te avisa que el
Pachacámac, criador y sustendador del mundo, amenaza a tu sangre real y a tu
Imperio con grandes plagas que ha de enviar sobre los tuyos; porque aquel
primer cerco que tu madre tiene, de color sangre, significa que después que tú
hayas ido a descansar con tu padre el Sol, habrá cruel guerra entre tus
descendientes y mucho derramamiento de tu real sangre, de manera que en pocos
años se acabará toda, de lo cual quisiera reventar llorando; el segundo cerco
negro nos amenaza que de las guerras y mortandad de los tuyos se causará la
destrucción de nuestra religión y república y la enajenación de tu Imperio, y
todo se convertirá en humo, como lo significa el cerco tercero, que parece de
humo’. El Inca recibió mucha alteración, mas, por no mostrar flaqueza, dijo al
mágico: ‘Anda, que tú debes de haber soñado esta noche esas burlerías, y dices
que son revelaciones de mi madre’. Respondió el mágico: ‘Para que me creas,
Inca, podrás salir a ver las señales de tu madre por tus propios ojos, y
mandarás que vengan los demás adivinos y sabrás lo que dicen destos agüeros’.
El Inca salió de su aposento, y, habiendo visto las señales, mandó llamar todos
los mágicos que en su corte había, y uno dellos, que era de la nación Yauyu, a
quien los demás reconocían ventaja, que también había mirado y considerado los
cercos, le dijo lo mismo que el primero”[13].
Ramos Gavilán dice:
“En este asiento de Copacabana andando inquiriendo
antigüallas hallé un Indio muy viejo, el qual me certificó aver oydo a sus
antepassados, que quatro, o cinco años antes que los Christianos entrassen en
el Pirú, los Idolos les avían declarado, cómo venía nueva gente por la mar; que
era valerosa, blanca, y barbada, y que por espacio de algunos meses se vía a
media noche gran fuego en el cielo, en forma de pirámide, la qual salía siempre
al Oriente.
También nos dixo, que vieron una cometa larga, con una
extremidad, que tenía por principio, una cabeça como de cóndor, o buytre. Todo
esto pudo ser assí, pues sabemos por hystorias, que a ruynas, y pérdidas de
Reynos, y Provincias an antecedido grandes señales, y en el Reyno de México,
sucedieron muchas como se ve en sus crónicas, ...”[14]
D. El parto de una mujer de un
niño blanco y otro negro
Ramos Gavilán, aparte
de su candorosa ingenuidad para aceptar que a la pérdida de reinos anteceden
grandes señales, confirma lo dicho por Garcilaso, pero agrega la información de
este rubro al inicio del capítulo donde trata de “algunos pronósticos que
precedieron a la cayda de los Ingas, y venida de los españoles”. El texto dice:
“Antes que los Españoles entrassen en este nuevo mundo uvo
grandes pronósticos, y precedieron señales espantosas, que anunciaron el
sucesso, y no fue la menor aver parido una India del Cuzco, dos criaturas de un
vientre, la una blanca con todo extremo, y la otra por el consiguiente muy
morena, visto de los hechiceros, y agoreros por mandado del Inga, y
Governadores que allí avían acudido, haziendo junta de todos los magos, a
quienes ellos llaman Humu, Layca, o Auqui, que de ordinario tenían pacto con el
demonio, y por medio destos les dava los vaticinios, y respuestas, haziendo
grandes sacrificios, consultaron los Idolos, y fueles declarado que avía de
venir a la tierra en breve tiempo gente nueva, entendiendo a los Españoles, y
negros, y que estos avían de ser respetados, y temidos dellos. Alborotóse la
tierra con este anuncio, y con grandes sacrificios, que hizieron assí en el
Cuzco, como en todas las demás Provincias, que cada qual tenía su Idolo
conocido, procuraron aplacarlos, entendiendo que por castigo de culpas
cometidas, les querían embiar nuevos hombres, a que se enseñoreassen dellos”[15].
El aspecto mágico
fantástico de la información presentada hasta aquí merece un comentario. Cabe
destacar la preocupación tanto de los incas como del sacerdocio para, a través
de símbolos, enraizados y propios de su desenvolvimiento cultural, preparar al
pueblo para el cambio o transtorno -Pachacútec- que pronto habían de experimentar. Igualmente, la espera
paciente de determinados fenómenos atmosféricos, telúricos o de otra índole
para hacer la interpretación más conveniente y adecuada a la intelección de los
naturales. Y por último queremos destacar la sutileza intelectual por parte de
los incas y del sacerdocio para efectuar la transposición de hechos visibles y
reales al lenguaje simbólico enmarcado en las creencias y prácticas religiosas
del pueblo, con finura de naturaleza estética, con persuasión psicológica y con
profunda preocupación por el destino de seres humanos que en un futuro
inmediato estarían fuera de su dominio, control y guía.
3.
Atahualpa, prisionero de los españoles, se entera de que en
el cielo “corren muchas estrellas, grandes y chicas” y que el cielo mostraba
“una gran cometa verdinegra”
Cieza de León
confirma que tenían por mal agüero que una mujer pariese dos criaturas de un
vientre y que asimismo miraban los indios mucho en señales y prodigios.
“Y cuando corre alguna
estrella es grandísima la grita que hacen, y tienen gran cuenta con la luna y
con los planetas, y todos los mas eran agoreros. Cuando se prendió a Atabaliba en la provincia
de Caxamalca, hay vivos algunos cristianos que se hallaron con el marqués don
Francisco Pizarro, que lo prendió, que vieron en el cielo de media noche abajo
una señal verde, tan gruesa como un brazo y tan larga como una lanza jineta; y
como los españoles anduviesen mirando en ello, y Atabaliba lo entendiese, dicen
que les pidió que lo sacasen para la ver, y como la vió, se paró triste, y lo
estuvo el dia siguiente; y el gobernador don Francisco Pizarro le preguntó que
por qué se habia parado tan triste. Respondió él: ‘He mirado la señal del
cielo, y dígote que cuando mi padre Guaynacapa murió se vió otra señal
semejante á aquella’. Y dentro de quince días murió Atabaliba’ ”[16].
Garcilaso confirma lo
dicho por Cieza, sin embargo adelanta que Atahualpa estaba con gran temor de su
muerte, pues, pese al gran rescate que había ofrecido a los españoles, éstos
estaban descontentos y se peleaban el grupo de Almagro con el de Pizarro. Los
de Almagro, dice:
“... dieron en decir que matasen al Inca, para que ellos
hubiesen su parte de lo que de allí adelante se ganase. A esta demanda y a su
buena razón añadieron otras tan flacas y más. Pero con ser tales, fueron
bastantes para que matasen un tan gran Príncipe como era Atahuallpa, el cual
estaba con gran temor de su muerte, viendo el descontento y desabrimiento que
los españoles traían unos con otros, y las muchas porfías que a gritos y voces,
por horas y momentos, entre ellos había. Todo lo cual sospechaba el triste Inca
que había de llover sobre su salud y vida. La cual sospecha aumentaba el no
responder los oráculos a sus preguntas y demandas. También se añadió a esto que
supo de sus indios que de noche corrían muchas estrellas grandes y chicas, en
las cuales, y en otras cosas menores, aquella gentilidad, en tiempos menos
calamitosos que los presentes, miraba muy mucho, para decir las supersticiones
y portentos que a cada uno se le antojaba agorear.
A lo último, para su total desesperación, le dijeron que
entre otras señales que el cielo mostraba era una gran cometa verdinegra, poco
menos gruesa que el cuerpo de un hombre y más larga que una pica, que de noche
parecía, como la que vieron poco antes de la muerte de su padre Huayna Cápac.
Atahuallpa se escandalizó mucho de oírlo, y, habiéndose certificado de los
españoles (que también hablaban sobre ella), les pidió licencia para verla, y,
como la hubiese visto y notado, se puso muy triste y no habló ni conversó más
con nadie como solía. Don Francisco Pizarro le importunó muchas veces le dijese
la causa de su tristeza. Atahuallpa, porque no le importunase más y porque no
sospechase que era otra cosa, le dijo: ‘Apu -que es capitán general-, yo estoy certificado que
mi muerte será muy presto, que así me lo ha dicho esta cometa, porque otra como
ella se vio pocos días antes que mi padre muriese. Y de ver y entender que he
de morir tan presto, sin haber gozado de mis reinos, estoy triste, porque estas
señales no se muestran sino para anunciar grandes calamidades, muertes de
reyes, destrucción de imperios. Todo lo cual sospechaba yo antes, viéndome en
cadenas de hierro, mas ahora me lo ha certificado de veras la cometa. Habrás
entendido la causa de mi tristeza y la razón que tengo para tenerla’.
El Gobernador le dijo que no mirase ni creyese en agüeros,
que no había para qué darles crédito; que esperase que muy presto se vería
libre de prisión y restituído en su reino. Con esto le dejó tan triste como
antes se estaba, porque aquella gentilidad aprehendía muy de veras lo que sus
agüeros le decían, y así les dio más crédito que al Gobernador Don Francisco
Pizarro”[17].
Presentados los
signos mágico fantásticos de los pronósticos, cabe reiterar la preocupación de
los incas y del sacerdocio para enterar al pueblo de los futuros
acontecimientos utilizando determinados fenómenos naturales, sobre todo los
telúricos y atmosféricos, para darles una interpretación adecuada a la
intelección de los naturales. Y, por último, queremos destacar la sutileza con
que se realiza la interpretación de hechos visibles y reales al lenguaje
simbólico enmarcado en las profundas y tradicionales creencias y prácticas religiosas
del pueblo, con arte, con penetración psicológica y con profunda preocupación
por el destino de seres humanos que ellos sabían en el futuro inmediato
estarían fuera de su dominio, control y guía.
II
Aspecto sacerdotal de
los pronósticos
En esta sección
presentaremos algunos testimonios que completan el aspecto mágico fantástico
expuesto anteriormente y que corresponden a predicciones hechas por los
sacerdotes de huacas que eran famosas
por los augurios que emitían. Veremos así como, siguiendo la tradición
religiosa, Huayna Cápac consulta a los agoreros y hechiceros más famosos de
otras provincias, después de las interpretaciones que hicieron los
especialistas cuzqueños de los fenómenos que se habían presentado en los cuatro
elementos, siendo ésta la forma cómo, a través del sacerdocio, logró este Inca
la divulgación a lo largo de todo su imperio del augurio de la inminente
adversidad, hecho que quedaría confirmado por lo que dijo el famoso ídolo Apurima poco antes de la conquista. Nos
referiremos luego al momento en que estando gravemente enfermo Huayna Cápac se
consulta al ídolo de Pachacámac, éste
comete un error al indicar que debía exponérsele al sol lo que produce, no su
recuperación sino, su inmediato fallecimiento. Este hecho explica las actitudes
de profanación realizadas por Atahualpa en lo concerniente al saqueo de Pachacámac para lograr cubrir el rescate
que debía pagar a los españoles.
Huáscar, sucesor de
Huayna Cápac, continúa la tradición paterna consultando a las huacas del Cuzco antes de emprender él
mismo la batalla contra los ejércitos de su hermano Atahualpa. La lucha
fratricida tiene como espectáculo de fondo la noticia de la llegada de los
españoles al territorio del incario, pero este hecho determina decisiones, no
de reconciliación entre Huáscar y Atahualpa, sino más bien de posibles alianzas
de uno y otro bando con los extranjeros, al mismo tiempo que descuido frente al
avance del invasor.
Asesinado Huáscar por
su hermano Atahualpa, los oráculos y pronósticos sobre la suerte que este
último habría de correr son bastante claros y terminantes, más aún, Atahualpa,
desesperado ante la situación, lleva a un clima de máxima tensión las
relaciones entre él y los sacerdotes, profanando y saqueando los templos más
famosos y hasta llegando a asesinar al sacerdote de la huaca de Huamachuco; igualmente, desacredita al ídolo de Pachacama
ya en presencia de Francisco Pizarro.
1. Actitud de Huayna
Cápac después de recibir los pronósticos de los adivinos
Refiere Garcilaso que
Huayna Cápac, después de escuchar la interpretación que hacían los magos de los
cercos presentados por la luna,
“... porque los suyos no perdiesen el ánimo con tan tristes
pronósticos, aunque conformaban con el que él tenía en su pecho, hizo muestra
de no creerlos, y dijo a sus adivinos: ‘Si no me lo dice el mismo Pachacámac,
yo no pienso dar crédito a vuestros dichos, porque no es de imaginar que el
Sol, mi padre, aborrezca tanto su propia sangre que permita la total
destrucción de sus hijos’. Con esto despidió los adivinos; empero, considerando
lo que le habían dicho, que era tan al propio del oráculo antiguo que de sus
antepasados tenía, y juntando lo uno y lo otro con las novedades y prodigios
que cada día aparecían en los cuatro elementos, y que sobre todo lo dicho se
aumentaba la ida del navío con la gente nunca vista ni oída, vivía Huaina Cápac
con recelo, temor y congoja; ... Mandó hacer muchos sacrificios al Sol; y que
los agoreros y hechiceros, cada cual en sus provincias, consultasen a sus
familiares demonios, particularmente al gran Pachacámac y al diablo Rímac, que
daba respuestas a lo que le preguntaban, que supiesen de él lo que de bien o de
mal pronosticaban aquellas cosas tan nuevas que en la mar y en los demás elementos
se había visto. De Rímac y de las otras partes le trajeron respuestas oscuras y
confusas que ni dejaban de prometer algún bien ni dejaban de amenazar mucho
mal; y los más de los hechiceros daban malos agüeros, con que todo el Imperio
estaba temeroso de alguna grande adversidad; mas como en los primeros tres o
cuatro años no hubiese novedad alguna de las que temían volvieron a su antigua
quietud, y en ella vivieron algunos años, hasta la muerte de Huaina Cápac”[18].
Indica Garcilaso que
la relación de los pronósticos se la dieron en particular dos capitanes de la
guarda de Huayna Cápac: Don Juan Pechuta y Chauca Rimachi, insistiendo en que
eran de “fama común” en todo el Imperio[19].
2. Predicción del ídolo
Apurima
Pedro Pizarro
certifica lo expresado por Garcilaso cuando consigna en su crónica:
“Acuérdome oí decir a un orejón, señor de los de esta
tierra, que antes cinco años, poco más o menos, que los españoles entramos en
esta tierra, Apurima un ídolo que estos indios tenían doce leguas del Cuzco, a
quien hablaban, había mandado que se juntasen los señores todos, que les quería
hablar; y juntos les dijo: ‘Habéis de saber que viene una gente barbuda que os
ha de sojuzgar e os he querido decir esto porque comáis y bebáis y gastéis todo
lo que tenéis, porque cuando ellos vengan no hallen nada ni tengáis que les
dar’. Esto me contó como digo un orejón viejo, que lo había él oído”[20].
3. Consulta al ídolo de
Pachacámac sobre la salud de Huayna Cápac
El padre Bernabé Cobo
señala que los más famosos oráculos eran los de Guanacauri y Pachacámac y
que, estando Huayna Cápac muy enfermo, con el mal de las viruelas,
“... despacharon sus
criados dos postas al templo de Pachacama
a preguntar qué harían para la salud del Señor. Los hechiceros, que hablaban
con el demonio, consultaron al ídolo, el cual les respondió que sacasen al sol
al Inca y luego sanaría. Hiciéronlo así, y sucedió lo contrario, que en
poniéndolo al sol, al punto se murió”[21].
4. Huáscar consulta a
los ídolos y oráculos del Cuzco antes de dar batalla a su hermano Atahualpa
Al fallecer Huayna Cápac, Huáscar asume
el gobierno del Tahuantinsuyo. Su hermano Atahualpa, encargado del gobierno de
Quito, pretende arrebatárselo; esta lucha por el poder absoluto remece el
Imperio y -según Sarmiento de Gamboa- siguiendo la tradición
religiosa, Huáscar Inca
“... que estaba en el
Cuzco, angustiado por la mucha gente que había perdido. Vió claro que sólo le
quedaba de remedio salir en persona a probar la fortuna, que tan adversa le
era. Y para esto púsose en ayunos ..., hizo muchos sacrificios a los ídolos y
oráculos del Cuzco, pidiéndoles respuesta.
Todos le respondieron que le sucedería adversamente. Y oída esta
respuesta, consultó a sus adivinos y hechiceros, a quien ellos llamaban omo, los cuales, por le agradar, le
dieron esperanza de venturoso fin ...”[22].
Y, efectivamente, Huáscar sería vencido por dos generales
de su hermano (Chalco Chima y Quizquiz), hecho prisionero se le
mantuvo custodiado muy cerca del Cuzco, lo mismo que a los miembros de su
familia y principales del Imperio, hasta la muerte de todos ellos por orden de
Atahualpa.
Según Bernabé Cobo:
“El sentimiento que hizo
todo el reino por la prisión de su legítimo rey Huascar-Inca, fué muy grande, particularmente los moradores del
Cuzco; los cuales, como en sus mayores necesidades y trabajos tenían costumbre
de acudir a sus sacrificios, invocando en su ayuda a los que adoraban por
dioses, no hallando en esta ocasión y conflicto medio ni traza como librar a su
rey, acordaron (y aun dicen que el mismo Huascar
lo envió a pedir desde la prisión) de hacer un solemne sacrificio al dios Viracocha, suplicándole que, atento a
que ellos no eran poderosos para librar a su señor de las manos de sus
enemigos, él tuviese por bien de enviar socorro y gente que lo sacase de poder
de aquellos capitanes que en nombre de Atau-Hualpa
lo habían preso ... Estando los indios muy confiados en el valor deste
sacrificio, llegó al Cuzco nueva cómo cierta gente extraña venida por la mar
había en Cajamarca desbaratado y preso a Atau-Hualpa,
y teniendo los indios este hecho por misterioso, respeto de ser tan pocos en
número los españoles que prendieron al Inca, y principalmente por haber
sucedido poco después que ofrecieron su sacrificio, llamaron viracochas a los españoles ..., porque
creyeron que era gente enviada por su dios Viracocha”[23].
5. Actitud de Atahualpa
frente a los lugares sagrados y a los pronósticos que se le hicieron
En singular contraste con su padre y hermano, Atahualpa no
sigue la tradición religiosa, sino que aparece enfrentándose a ella,
desenmascarando y hasta eliminando a sacerdotes de huacas muy conocidas y respetadas por los incas. La actitud de
Atahualpa a este respecto, significativa en cuanto demuestra la ruptura entre
los representantes de las huacas
locales y el pretendiente al sitial del Cuzco, ha quedado consignada en las
siguientes crónicas:
A. Atahualpa y el ídolo o
huaca de Guamachuco
Sarmiento de Gamboa refiere el incidente:
“Era cruelísimo Atagualpa;
a diestro y a siniestro mataba, destruía, quemaba y asolaba cuanto se le ponía
delante; y así desde Quito a Guamachuco hizo las mayores crueldades, robos,
insultos, tiranías, que jamás hasta allí se habían hecho en esta tierra.
Llegado, pues, Atagualpa a
Guamachuco, dos principales señores de su casa vinieron a hacer sacrificio a el
ídolo o guaca de Guamachuco y que le preguntasen por el suceso que tendrían sus
cosas. Fueron los orejones, hicieron el sacrificio, consultando el oráculo.
Fuéles respondido por él que Atagualpa tendría mal fin, porque era tan cruel y
tirano derramador de tanta sangre humana. Esta respuesta del diablo dieron los
orejones al inga Atagualpa, y por esto se indignó Atagualpa contra el oráculo y
apercibió su gente de guerra y fué adonde estaba la guaca. Y cercado el sitio
donde ella estaba, tomó una alabarda de oro en la mano, llevando consigo los
dos de su casa que habían ido a hacer el sacrificio. Llegó adonde el ídolo
estaba, de donde salió un viejo de más de cien años, vestido de un vestido
hasta en pie, muy velludo y lleno de conchas de la mar, que era el sacerdote
del oráculo que había dado la respuesta dicha. Y sabido por Atagualpa que era
aquél, alzó la alabarda y dióle un golpe, de que le cortó la cabeza. Y entró en
la casa del ídolo, al cual también derribó la cabeza a golpes, aunque era de
piedra. Y luego hizo quemar al viejo, ídolo y casa suya, hízolo todo polvos y
mandólos volar por el aire. Y allanó el cerro, aunque era muy grande, donde
estaba aquel oráculo y ídolo o guaca del diablo”[24].
B. Pronóstico del famoso
agorero Chalco a Atahualpa
El padre Anello Oliva menciona el caso del famoso mago Chalco que profetizó a Atahualpa la
caída del Imperio. En circunstancias en que Atahualpa festejaba el éxito de sus
soldados por la derrota y prisión de su hermano Huáscar, reunió a sus capitanes
y principales y les dijo:
“... en mi mano esta el
apoderarme de todo el reino, como tambien el dexalle libre y partir los estados
y prouinçias entre los dos, no quisiera que por usar de misericordia con el se
me siguiera algun daño ...
Mientras el Inca hiço esta
breue platica echo de ver que en todo ella un famoso agorero llamado Chalco
estaba cabisbajo y melanclioco y aun se le veian correr de los ojos muy
frequentes lagrimas, y llamandole çerca de si le dijo. Dime famoso Chalco pues
aora que es tiempo de regoçijos y fiestas por el prospero sucçesso que hemos
tenido contra mi hermano; debiendo partiçipar con los demas deste goço te veo
triste y lloroso? ... deseo saber la causa desta mudança y differençia de tu
semblante al de los demas, y assi te mando me la digas luego delante de todos,
...
Chalco alço la cabeça a
estas raçones y al mandamiento del Inca y con el animo turbado, la color demudada
respondio desta manera.
Poderoso Señor sabras que
lo que el Çielo y hados tienen ordenado segun muestran los Planetas y señales
que e visto estos dias assi en el Çielo, como en otros prodigios de la tierra
en aues nocturnas, y turbaçion en los animales es una rigurosa, y inuiolable
sentençia que se a de executar sin remission alguna; que te sirue esta insigne
Victoria y triufo que as alcançado? Que ti importa que aora te jusgues por
Señor absoluto del mundo? que ser desçendiente del famoso Manco Capac? y
finalmente que aprobecha tanto oro, tanta plata, y thesoros como tienes y
goças, si muy presto (o aduersa y desdichada fortuna) te as de ver derribado de
tu trono y despoxado de tu reino y sugeto no a Vascar que en fin como hermano
ussara con tigo de fraterna
benignidad; sino a unos estrangeros que ya sulcando el mar contra la furia de
los vientos frustrando sus tormentas an tomado puerto y le tienen seguro en tus
tierras, y si quisieres saber que gente sea esta yo te lo dire? Es graue
ambiçiosa, temeraria en emprender cassos difficultosos y incansable en las
empressas. Estos desbarataran tu exerçito, atemoriçaran tus gentes, y
finalmente seras su prisionero, quitarte han la vida y con ella feneçera tu
esclareçida cassa y prosapia”[25].
C. El descrédito del ídolo de
Pachacámac por parte de Atahualpa
Gutiérrez de Santa
Clara relata que, ya prisionero de los españoles, Atahualpa comenzó con gran
diligencia y presteza a despachar mensajeros a diversas partes, a sus
gobernadores, curacas y señores, para que recogiesen todo cuanto oro y plata
pudiesen para cumplir con pagar el rescate que había acordado a los cristianos.
“Pasados los dos meses de
la prisión del Inga, llegó a Caxamalca el señor del pueblo de Pachacama, con el
Sumo Pontífice del gran templo de aquella provincia, y Atagualipa dixo al
marqués que se holgaba mucho con la venida de aquel gran sacerdote, porque
pagaría agora las mentiras que le había dicho los días atrás. Y luego pidió a
las guardas una cadena de hierro para echársela porque le había dicho que diese
batalla a los cristianos, diciéndole que los vencería y mataría a todos, y que
también le había dicho que su padre Guaynacappa Inga, cuando estuvo enfermo,
que no moriría de aquella enfermedad, y que todo ello había salido falso y
mentira. El marqués hizo traer la cadena y Atagualipa se la echó al pescuezo
diciendo a todos que no se la quitasen hasta que hiciese traer el oro y la
plata que tenía en el templo de Pachacama, pues su Dios era mentiroso y falso,
que nunca decía verdad, y ahora quiero yo ver si el dios Pachacama le quita la
cadena. Y el gran sacerdote le dixo con grande ira y enojo: ‘Hágote saber,
señor, que no me pesa de mi prisión, aunque yo sé que no tengo de morir en
ella; pésame, señor, grandemente, de las blasfemias que habéis dicho al gran
dios Pachacama. Pues yo te anuncio de su parte que [por] estas cosas y por
haber hecho robar y saquear los templos de los dioses, que habéis de ser
destruído y que no viviréis mucho tiempo, según yo lo veo, que estos cristianos
te han de matar, pues estáis preso y en poder dellos’. Cierto, el Inga, como
impaciente, lo mandara luego matar si tuviera poder, mas dexolo en la prisión
creyendo que el marqués le diera en breve libertad, y que entonces le quitaría
la vida; mas después de muchos días le mostró un gran tesoro que tenía
escondido, y por esto le dió [la] libertad que él deseaba”[26].
Pedro Pizarro,
testigo presencial de estos hechos, narra que en circunstancias en que Hernando
Pizarro se dirigía con los sacerdotes de Pachacama
al templo, Atabaliba mandó llamar a los hechiceros, y allí les habló
diciéndoles:
“ ‘Id con este hermano del Apoo y dadle todo el tesoro que
tenéis de Pachacama, su ídolo, que si yo he mandado un buhío de oro, vosotros
podéis henchir dos; que ese Pachacama vuestro no es Dios, y aunque lo sea,
dadlo, cuanto más que no lo es’. Pues entendido el marqués de la lengua lo que
Atabalipa había dicho, preguntóle que por qué había dicho aquello que no era su
Dios Pachacama, pues ellos le tenían por tal; el Atabalipa respondió: ‘Porque
es mentiroso’. El marqués le preguntó en qué os ha mentido. Atabalipa dijo:
‘Has de saber, señor, que estando mi padre malo en Quito le envió a preguntar
qué haría para su salud; dijo que le sacasen al sol, y sacándole murió.
Guáscar, mi hermano, le envió a preguntar quién había de vencer, él o yo, y
dijo que él, y vencí yo. Cuando vosotros vinistéis, yo le envié a preguntar
quién había de vencer, vosotros o yo; envióme a decir que yo. Vencistéis
vosotros. Ansí que es mentiroso y no es dios, pues miente’. El marqués le dijo
que sabía mucho ...”[27].
Aparte de los
augurios o predicciones que constituían un aspecto significativo del quehacer
del sacerdocio en el incario, queremos destacar, más allá de aciertos o
desaciertos en lo que respecta a los pronósticos emitidos, que el sacerdocio
constituía un estamento de carácter ético en cuanto, en algunos casos de los
presentados, pretenden controlar el comportamiento del inca de turno. Así, en
los momentos previos a la llegada de los españoles, hay acuerdo entre el clero
y los incas, ambos estamentos parecen estar bien informados y actúan en unión
intrínsecamente coherente; curiosamente con la llegada de los españoles se
inicia la tensión entre el sacerdocio y, especialmente con Atahualpa,
sintomática ya que demuestra desunión y desacuerdo en las decisiones que
habrían de adoptarse frente a la crisis que se produciría y que afectaría por
igual a ambos estamentos.
Queremos hacer notar,
sin ánimo de esclarecer a fondo esta cuestión, las consecuencias que acarrearía,
para beneficio de los españoles, esta situación de ruptura. En lo que respecta
a la actitud de los religiosos podemos concluir que siguen aferrados a sus
ídolos y emitiendo sus dictámenes de evaluación moral y oráculos siguiendo su
tradición, mostrando sus artes y asombrando a los cristianos con sus poderes
predestinadores, logrando en esta forma una mayor y mejor fuerza de resistencia
en el ámbito religioso, en cambio, después de la muerte de Huayna Cápac es
posible observar que el poder político ni sigue los lineamientos que señalaría
este Inca como comportamiento más conveniente a seguir en el trato con los
invasores, ni se pone de acuerdo con el sacerdocio.
III
Aspecto
realístico de los pronósticos
En esta
última parte signaremos informaciones que, complementando los aspectos mágico
fantástico y sacerdotal, constituyen una fundamentación, al mismo tiempo que
una explicación sobre el fenómeno de los pronósticos.
Las informaciones a que nos referimos se dan, igualmente,
en las crónicas, aunque empañadas, en algunos casos, por el pronóstico que las
antecede. Se ha procurado, por lo tanto, aislarlas y presentarlas constituyendo
un conjunto de datos inteligibles basados en declaraciones veraces adquiridas
como una forma de conocimiento y aceptación de la existencia de otras culturas
y otros hombres, reveladoras de un sustrato de racionalidad de naturaleza
histórica cuyo propósito habría sido encauzar los acontecimientos históricos,
es decir, adelantarse a la historia orientándola o controlándola a través de lo
mágico fantástico.
Las fuentes que
presentaremos a continuación procuran explicar ciertos hechos dados,
explicitados en los pronósticos, después de ser intelectualizados por la élite
cuzqueña y el sacerdocio; mostrarán, sobre todo, que la llegada del invasor era
esperada y que las providencias y medidas adoptadas hasta Huayna Cápac no sólo
son coherentes sino que procuran un plan de defensa del territorio del incario.
Lo que acontece después de la muerte del Inca está sujeto al azar y a la
improvisación, por ejemplo la guerra de Atahualpa contra Huáscar.
Al tratar el aspecto
mágico fantástico de los pronósticos sobre la venida de los españoles signamos
como el más remoto antecedente, “un fantasma” aparecido al príncipe Viracocha,
VIII Inca, (gobernó entre 1350 y 1410, aproximadamente), quien salió con el
pronóstico, haciéndose tradición secreta entre los incas hasta Huayna Cápac,
que después del reinado de cierto número de ellos habría de venir a esta tierra
gente nueva jamás vista y les habría de quitar sus dioses y su imperio.
Debemos partir de
esta inicial información aun cuando la explicación de este acontecimiento quede
en la bruma de lo imaginativo y sólo podemos establecer una remota relación,
obedeciendo a la descripción física del “fantasma” -un hombre con barbas-, con algún navegante perdido que hubiese podido llegar al
Cuzco desde las costas atlánticas del sur de nuestro continente y que el
sacerdocio puso secretamente en comunicación con el príncipe durante sus tres
años de destierro en los pastos de Chita. Este extraño personaje, que pudo ser
un náufrago, habría informado al sacerdocio, y en particular al joven futuro
Inca, de la existencia de otra remota cultura y le habría explicado, así mismo,
ciertos aspectos fundamentales de la misma. De hecho Viracocha adopta el nombre
de la entidad explicativa de todo lo existente y fue, al mismo tiempo, un
renovador en muchos otros aspectos, incluyendo el religioso.
Después de haber
hecho esta acotación pasaremos a presentar las fuentes que se refieren: al
viaje emprendido por Túpac Yupanqui, las noticias que tuvo Huayna Cápac de la
llegada de los españoles a nuestras costas y, como consecuencia de estas
noticias, las disposiciones que adopta y, posteriormente, frente a su inminente
muerte, las determinaciones que expresa como última voluntad o “testamento”. Su
última voluntad tiene dos aspectos fundamentales, el primero referido a la
división de su imperio en dos frentes de lucha, uno desde el Cuzco, desde donde
Huáscar gobernaría todo el imperio como Inca, y el otro desde Quito encargado a
Atahualpa; el segundo aspecto puntualiza sobre el trato y relación que debía
establecerse con los españoles.
Y como últimos
testimonios se presentarán los referidos a las noticias que tuvieron Huáscar y
Atahualpa de la llegada de los invasores.
1. Caso extraño y
dificultoso de creer: Noticias de los españoles traídas por Topa Inga Yupanqui.
(XI Inca, gobernó entre 1468 y 1480, aproximadamente)
Sostiene Sarmiento de Gamboa que siendo Inca Pachacútec envió a su hijo Túpac Inca Yupanqui
volviese a conquistar hacia las partes de Quito. Sometidos los Quitos y Cañares
conquistó todos los Guancabilicas, aunque eran muy guerreros y peleaban por
tierra y por mar en balsas.
“Y andando Topa Inga
Yupangui conquistando la costa de Manta y la isla de la Puna y Tumbez,
aportaron allí unos mercaderes que habían venido por la mar de hacia el
poniente en balsas navegando a la vela. De los cuales se informó de la tierra
de donde venían, ... Y como Topa Inga era de ánimo y pensamientos altos y no se
contentaba con lo que en tierra había conquistado, determinó tentar la feliz
ventura, que le ayudaba por la mar ...
Y para esto hizo una
numerosísima cantidad de balsas, en que embarcó a más de veinte mil soldados
escogidos ...
Navegó Topa Inga y fué y
descubrió las islas Anachumbi y Niñachumbi y volvió de allá, de donde trajo
gente negra y mucho oro y una silla de latón y un pellejo y quijadas de
caballo; los cuales trofeos se guardaron en la fortaleza del Cuzco hasta el
tiempo de los españoles. Este pellejo y quijada de caballo guardaba un inga
principal, que hoy vive y dió esta relación, y al ratificarse los demás se
halló presente y llámase Urco Guaranga. Hago instancia en esto, porque a los
que supieron algo de Indias les parecerá un caso extraño y dificultoso de
creer. Tardó en este viaje Topa Inga Yupangui más de nueve meses, otros dicen
un año, y como tardaba tanto tiempo, todos le tenían por muerto ...”[28].
Se supone que Túpac habría tocado algunas islas oceánicas,
de donde se habría informado de la existencia de culturas allende los mares y
otras razas, hecho que resulta importante en cuanto afirma el conocimiento de
otras civilizaciones y otras formas de vida, lo que explica la idea central de
los pronósticos: el saber que en algún momento entrarían en relación con otros
hombres que podrían someterlos. Se sabe, por otro lado, que de regreso de este
largo viaje Túpac Yupanqui retornó al Cuzco y que, estando en esta ciudad,
falleció su padre Pachacútec. Habiendo sido ratificado por los orejones como su
sucesor, Túpac Yupanqui continuó la política de su padre, tratando siempre de
perfeccionar el régimen administrativo y judicial.
Teniendo que señalar un sucesor, y aconsejado por los
orejones, nombró a su menor hijo varón, Huayna Cápac, quien continuó las
conquistas de su abuelo y de su padre. Dominó la sublevación de los Chachapoyas
y fijó los límites del imperio por el septentrión en el Ancashmayo (río Azul)
en Colombia. Estando en el norte -su hermano gobernaba en el Cuzco- le llegaron las noticias de hombres blancos arribados a su
imperio y se asegura -lo dice Sarmiento- que
llegó a conocer a dos de ellos.
Siendo Huayna Cápac el inca que hizo público el pronóstico
acerca de la llegada de extranjeros a su imperio, es pertinente señalar las
fuentes que informan sobre este hecho.
2. Tuvo nuevas Huayna
Cápac (XII Inca, gobernó entre 1480-1528, aproximadamente) de los españoles que
andaban en la costa
Garcilaso explica que:
“Huaina Cápac ... estando
en los reales palacios de Tumipampa, que fueron de los más soberbios que hubo
en el Perú, le llegaron nuevas que gentes extrañas y nunca jamás vistas en
aquella tierra andaban en un navío por la costa de su Imperio, procurando saber
qué tierra era aquélla; la cual novedad despertó a Huaina Cápac a nuevos
cuidados, para inquirir y saber qué gente era aquélla y de dónde podía venir.
Es de saber que aquel navío era de Vasco Núñez de Balboa, primer descubridor de
la Mar del Sur, ... fué año de mil y quinientos y quince, y Don Francisco
Pizarro y sus cuatro hermanos y don Diego de Almagro entraron en el Perú, para
le ganar, año de mil y quinientos y treinta y uno, y Huaina Cápac murió ocho
años antes, que fué el año de mil y quinientos y veinte y tres, habiendo
reinado cuarenta y dos años, según lo testifica el Padre Blas Valera ...
Aquellos ocho años que
Huaina Cápac vivió después de la nueva de
los primeros descubridores los gastó en gobernar su Imperio en toda paz
y quietud; no quiso hacer nuevas conquistas, por estar a la mira de lo que por
la mar viniese; porque la nueva de aquel navío le dió mucho cuidado, ...”[29].
“... vivía Huaina Cápac con
recelo, temor y congoja; estaba apercibido siempre de un buen ejército
escogido, de la gente más veterana y práctica que en las guarniciones de
aquellas provincias había ... mas como en los primeros tres o cuatro años no
hubiese novedad alguna de las que temían volvieron a su antigua quietud, y en
ella vivieron algunos años, hasta la muerte de Huaina Cápac”[30].
Antes de ocuparnos de
la última voluntad de Huayna Cápac debemos señalar que la cronología, asignada
por historiadores contemporáneos a este inca, se extiende por cinco años más de
los que le señala Garcilaso, cuestión que es importante destacar aquí, en
cuanto si su gobierno se hubiese extendido por ese lapso, toda la problemática -no sólo de la forma en que maneja los pronósticos sino de
las providencias pensadas por este Inca frente a los acontecimientos históricos
que inevitablemente habrían de producirse- estuvo bajo su control hasta sólo tres años antes de la
invasión, lo que explicaría al mismo tiempo la inexperiencia de sus hijos
Huáscar y Atahualpa frente a la invasión y al manejo de la misma.
Otro cronista que se
refiere a las noticias que tuvo Huayna Cápac de la llegada de los españoles a
las costas del Tahuantinsuyo es Bernabé Cobo. Su relato es como sigue:
“Estando, pues Guayna-Cápac, en sus palacios de
Tumibamba holgándose, tuvo nueva de la llegada de los españoles a las costas y
pueblo de Túmbez ... Hiciéronle esta relación al Inca los mensajeros muy
espantados y temerosos, como de cosa nunca jamás imaginada dellos; diciéndole
cómo habían aportado a la playa de Túmbez gentes extrañas y nunca vistas, que
predicaban nuevas doctrinas y leyes; que eran hombres tan animosos, que no
temían las cosas peligrosas; que andaban embutidos en ropas de pie a cabeza;
que eran blancos, tenían barbas y aspectos feroces; y otras muchas cosas de que
el Inca quedó admirado; y preguntando que de qué parte del mundo habían venido,
le dijeron que no sabían más que andaban por la mar en unas casas grandes de
madera, en las cuales iban y venían adonde querían, moviéndolas ligeramente a
una y otra parte, y que de noche se metían en la mar y dormían en sus casas, y
de día salían a tierra; y que por señas habían preguntado por el señor de la
tierra, y les habían respondido que estaba lejos de allí. Quedó el Inca pasmado
oyendo estas cosas, y entró en él tal temor y melancolía, que se entró solo en
su aposento y no salió dél hasta cerca de la noche. Llegáronle después otros chasques o correos enviados por los
gobernadores de la costa, haciéndole saber cómo aquella gente habían entrado en
sus casas y palacios reales y les habían robado, llevándose todos sus tesoros;
y que no había aprovechado para ponerles miedo, meterlos en la leonera donde
tenía el Inca sus bestias. Estaba pasmado Guayna-Cápac
y como fuera de sí oyendo cosas tan nuevas y extraordinarias, y mandó a los
mensajeros le volviesen a contar lo que pasaba. Ellos dijeron: ‘Señor, no hay
más que decir sino que los leones y fieros animales que tienes en tus palacios
se abaten en tierra ante ellos y los halagan con las colas como si fueran
animales mansos’. El Inca, muy alterado, se levantó de su asiento, y sacudiendo
su capa, dijo: ‘Afuera, afuera, señores y agoreros; no queráis perturbar y
inquietar mi señorío y poder’. Y volviéndose a sentar en otro asiento, dijo a
los embajadores que le tornasen a contar el caso una y muchas veces, no
acabando de creerlo por su novedad y extrañeza.
Poco después desta primera
llegada de los españoles a esta tierra, estándose el Inca en la provincia de
Quito, dió a los suyos una enfermedad de viruelas, de que murieron muchos. El
Inca, de miedo, se encerró a hacer sus ayunos como acostumbraban en semejantes
necesidades ... Entonces dijo el Inca que se moriría, y luego le dió el mal de
las viruelas”[31].
3. Testamento y muerte
de Huayna Cápac
Lo que podríamos denominar última voluntad de Huayna Cápac,
según Garcilaso, fue recogida de la “relación de aquel Inca viejo que había
nombre Cusi Huallpa”[32].
Así, dice el cronista que, sintiéndose mal, el Inca hizo
llamamiento de sus hijos y parientes y después de hablarles pidió que se
reuniesen con él los demás capitanes y curacas, que no eran de la sangre real,
encomendándoles fidelidad y buen servicio a su sucesor y que a lo último les
dijo:
“Muchos años ha que por
revelación de Nuestro Padre el Sol tenemos que, pasados doce Reyes de sus
hijos, vendrá gente nueva y no conocida en estas partes, y ganará y sujetará a
su imperio todos nuestros reinos y otros muchos; yo me sospecho que serán de
los que sabemos que han andado por la costa de nuestro mar; será gente
valerosa, que en todo os hará ventaja. También sabemos que se cumple en mí el
número de los doce Incas, Certificoos que pocos años después que yo me haya ido
de vosotros, vendrá aquella gente nueva y cumplirá lo que Nuestro Padre el Sol
nos ha dicho y ganará nuestro Imperio y serán señores dél. Yo os mando que les
obedezcáis y sirváis como a hombres que en todo os harán ventaja; que su ley
será mejor que la nuestra y sus armas poderosas e invencibles más que las
vuestras. Quedaos en paz, que yo me voy a descansar con mi Padre el Sol, que me
llama”[33].
“Todo lo que arriba se ha
dicho deja Huaina Cápac mandado en lugar de testamento, y así lo tuvieron los
indios en suma veneración y lo cumplieron al pie de la letra”[34].
El anuncio de la próxima llegada de extranjeros que
sojuzgarían el Tahuantinsuyo, con armas invencibles, fue así formulado por
Huayna Cápac, pidiendo al mismo tiempo que se mantuviesen en paz y amistad con
ellos.
Si bien es cierto, como dice Garcilaso, “que este
pronóstico de aquel Rey fue público en todo el Perú”[35],
no es exacto afirmar que los indios lo cumplieron al pie de la letra, pues
Atahualpa convirtió el ejército -que su padre había formado en el norte del territorio para
combatir “lo que por la mar viniese”- en una fuerza generadora de violencia, no contra el
invasor, sino contra lo más selecto de la familia de Huayna Cápac que residía
en el Cuzco y, lo que es más grave aún, en la guerra fratricida que desarticuló
y dejó inermes a los ejércitos del Cuzco.
Pedro de Cieza de León toca en un punto de su crónica la
importancia militar de la provincia de Quito y certifica que Huayna Cápac,
estando en Tumebamba, supo de la entrada de los españoles a las costas de su
Imperio, y así manifiesta:
“Muy grandes cosas pasaron
en el tiempo del reinado de los ingas en estos reales aposentos de Tumebamba, y
muchos ejércitos se juntaron en ellos para cosas importantes. Cuando el Rey
moria, lo primero que hacia el sucesor, después de haber tomado la borla ó
corona del reino, era enviar gobernadores á Quito y á este Tumebamba, á que
tomasen la posesion en su nombre ... Y así, cuentan los orejones del Cuzco (que
son los mas sabios y principales deste reino) que inga Yupangue, padre del gran
Topainga, que fué el fundador del templo, se holgaba de estar mas tiempo en
estos aposentos que en otra parte; y lo mismo dicen de Topainga, su hijo. Y
afirman que estando en ellos Guaynacapa, supo de la entrada de los españoles en
su tierra ... y aun que dijo que después de sus dias habia de mandar el reino
gente extraña y semejante á la que venia en el navío”[36].
4. Muerte de Huáscar
(XIII Inca, gobernó entre 1528-1532, aproximadamente) por mandato de Atahualpa
López de Gómara certifica que Huayna Cápac sabía lo que
habían hecho los españoles en Castilla del Oro y, por analogía, lo que harían
con su imperio. Recomendó por lo tanto a su sucesor Huáscar una política de
amistad con el invasor y no de agresión, que a nada conduciría, dadas “las
armas poderosas e invencibles” con que contaba el ejército extranjero.
El cronista narra la muerte de Huáscar dentro de este
contexto y en los términos siguientes:
“Habían prendido ...
Quizquiz y Calicuchama á Guaxcar, soberano señor de todos los reinos del Perú,
casi al mismo tiempo que Atabaliba fué preso, ó muy poco antes. Pensó al
principio Atabaliba que lo mataran, y por eso no quiso matar entonces á su
hermano Guaxcar. Mas como tuvo palabra de su libertad y vida por el grandísimo
rescate que prometió á Pizarro, mudó pensamiento, y ejecutólo cuando supo lo
que Guaxcar habia dicho á Soto y Barco; lo cual en suma fué que se tornasen con
él á Caxamalca, porque no le matasen aquellos capitanes, sabida la prision de
su amo, que hasta allí no lo sabian. Que no solamente cumpliria hasta la raya,
empero que hinchiria toda la sala hasta la techumbre, de oro y plata, que era
tres tanto mas, de los tesoros de Guaynacapa, su padre; y que Atabaliba, su
hermano, dar no podria lo que prometió,
sin robar los templos del sol; y finalmente, les dijo cómo él era el derecho
señor de todos aquellos reinos, y Atabaliba tirano. Que por tanto, queria
informar y ver al capitan de cristianos que deshacia los agravios, y le
restituiria su libertad y reinos; ca su padre Guainacapa le mandara al tiempo
de su muerte fuese amigo de las gentes blancas y barbudas que viniesen allí,
porque habian de ser señores de la tierra. Era gran señor aquel y prudente, y
sabiendo lo que habian hecho españoles en Castilla de Oro, adevinó lo que
harian allí si viniesen. Atabaliba pues temió mucho estas razones, que verdad
eran, y mandóle matar, y dijo á Pizarro que muriera de enojo y pesar ...”[37].
Atahualpa no hizo posible el gobierno pacífico de su
hermano Huáscar, aún más, al morir Huayna Cápac “dejó más de doscientos hijos e
hijas, y más de trescientos, según afirmaban algunos Incas por encarecer la
crueldad de Atahualpa, que los mató casi todos”[38].
Garcilaso refiere que por relación de su madre y de un
hermano de ella llamado don Fernando Huallpa Túpac Yupanqui “que entonces eran
niños de menos de diez años y se hallaron en la furia dellas dos años y medio
que duraron, hasta que los españoles entraron en la tierra” supo en forma
particular las crueldades que Atahualpa en los de la sangre real hizo[39].
Las conclusiones más saltantes a que
hemos arribado, después del análisis de los pronósticos acerca de la llegada de
los españoles, se enmarcan, como dijimos al inicio de este trabajo, en la
postulación de que el pensamiento anterior a la conquista española fue una
concepción sui generis que desarrolló
la cultura pre-incaica e incaica en esta parte del continente.
Después del examen y presentación de las fuentes en torno a
esta temática queremos destacar la racional peculiaridad con que la élite
gobernante usó la información y los datos relacionados con la inminente llegada
de extranjeros, que inevitablemente debían posesionarse del Imperio, en su afán
de orientar el futuro histórico dentro de normas éticas de comportamiento
pacifistas y de amistad con el dominador, evitando en esta forma lo inevitable:
descalabros en batallas, pérdidas inútiles de vida o que el resultado del
enfrentamiento llevase a la radical destrucción de su estructura cultural.
Es así posible observar, hasta el gobierno de Huayna Cápac,
que esa estructura cultural, que a la postre sería substituida por la
occidental, es significativa en cuanto se manifiesta con coherencia en tres
planos de pensamiento: el de los incas, que reciben la información, la
mantienen en secreto, la reelaboran con ayuda del sacerdocio y por último la
transmiten en interpretación mágico fantástica al pueblo, no con ánimo de
engaño sino de comunicación con él en términos de su praxis religiosa, basada fundamentalmente en augurios.
Por último debemos afirmar que no fue, como se ha
pretendido sostener, un hecho histórico sorpresivo la llegada de los españoles
al Tahuantinsuyo, pues fue pública, desde el período de Huayna Cápac, la
revelación de su irrupción en un futuro inmediato.
Tratar
sobre la caída del Imperio incaico, aun cuando nos hemos referido a ella en
algunos pasajes de este trabajo, escapa a los límites del mismo y, pese a que
se da en estrecha relación con los pronósticos, éstos no la explican ni
justifican suficientemente.
*
En Ideas y presagios del descubrimiento de América. Leopoldo Zea
(compilador). México, FCE, 1991, pp. 5-30. (Colección Tierra Firme) y en Rivara
de Tuesta, María Luisa. Pensamiento
prehispánico y filosofía colonial en el Perú. Lima, FCE, 2000, Tomo, I, pp.
55-81.
[1]
Acosta, José de (1539-1600). Historia natural y moral de las Indias.
En Obras del padre José de Acosta.
Madrid, Ed. Atlas, 1954, Libro VI, cap. VIII, p. 189. (Biblioteca de Autores
Españoles Nº 73).
[2]
Morua, Martín (? -1616). Historia del origen y genealogía de los
reyes ingas del Perú. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones
Científicas, Instituto Santo Toribio de Mogrovejo, 1946, Libro III, cap. LII,
p. 290.
[3]
Garcilaso de la Vega, Inca
(1539-1616). Comentarios reales de los
incas. Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Patronato del Libro
Universitario, 1960, Vol. III, Libro noveno, cap. XV, p. 213.
[5] Ibid. Cap. XXI, pp. 54-55.
[6]
Acosta. Historia natural y moral de las Indias. Libro VI, cap. XX, p. 200.
[8] Loc. cit.
[10]
Ramos Gavilán, Alonso (escribe en
1621). Historia del Santuario de Nuestra
Señora de Copacabana. Lima, Ed. de Ignacio Prado Pastor, 1988, Libro
primero, cap. XVII, p. 114.
[11] Ob cit. pp. 113-114.
[13] Ibid. p. 208.
[15] Ibid. pp. 111-112.
[16]
Cieza de León, Pedro de (1522-1554).
“La crónica del Perú”. En Historiadores
primitivos de Indias. Madrid, Ed. Atlas, 1947, Tom. II, cap. LXV, p. 417.
(Biblioteca de Autores Españoles Nº 26).
[17]
Garcilaso de la Vega, Inca. Historia general del Perú. II parte de
los Comentarios reales. Lima, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1962,
Vol. I, Libro primero, cap. XXXIV, pp. 158-159.
[19] Ibid. p. 209.
[20]
Pizarro, Pedro (1515-1587). “Relación
del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú”. En Crónicas del Perú. Madrid, Ed. Atlas, 1965, Tom. V, pp. 238-239. (Biblioteca
de Autores Españoles Nº 168).
[21]
Cobo, Bernabé (1580-1657). Historia del Nuevo Mundo. En Obras del P. Bernabé Cobo. Madrid, Ed.
Atlas, 1964, Tom. II, Libro duodécimo, cap. XVII, p. 93. (Biblioteca de Autores
Españoles Nº 92).
[22]
Sarmiento de Gamboa, Pedro
(1532-1592). “Historia indica”. En Obras
del Inca Garcilaso de la
Vega. Madrid , Ed. Atlas, 1965, Tom. IV, Apéndice, Sección [64],
p. 268. (Biblioteca de Autores Españoles Nº 135).
[23]
Cobo. Ob. cit. Libro duodécimo, cap. XIX, pp. 98-99.
[25]
Oliva, Anello (1572-1642). Historia del reino y provincias del Perú.
Lima, Imprenta y Librería de S. Pedro, 1895, Libro I, cap. 2, § 13, pp. 67-68.
[26]
Gutiérrez de Santa Clara, Pedro
(1521-1603). “Historia de las guerras civiles del Perú”. En Crónicas del Perú. Madrid, Ed. Atlas, 1963, Tom. III, Libro
tercero, cap. LIV, pp. 227-228. (Biblioteca de Autores Españoles Nº 166).
[27]
Pizarro. “Relación del descubrimiento
y conquista ...”. pp. 183-184.
[29]
Garcilaso. Comentarios reales de los incas. Vol. III, Libro noveno, cap. XIV,
pp. 206-207.
[31]
Cobo. Historia del Nuevo Mundo. Libro duodécimo, cap. XVII, pp. 92-93.
[34]
Ibid.
p. 213.
[35]
Ibid.
p. 212.
[37]
López de Gómara, Francisco. Historia general de las Indias. En Historiadores primitivos de indias.
Madrid, Ed. Atlas, 1946, Tom. I,
primera parte, pp. 229-230. (Biblioteca de Autores Españoles Nº 22).
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